Belleza prohibida.
Hasta el día de hoy, protestamos por lo que creemos correcto. Vivimos en una sociedad injusta, donde el mal parece residir en los rincones más poderosos y acaudalados, mientras la bondad germina en terrenos de miseria.
Las imágenes evocadas por la lectura de "Las flores del mal" de Charles Baudelaire reflejan una profunda rebelión contra las normas sociales. Baudelaire nos invita a explorar la dualidad de la naturaleza humana, donde el bien y el mal coexisten en una danza perenne. Su obra desafía las nociones convencionales de moralidad, sugiriendo que incluso en lo que consideramos "maligno" o "errado" puede hallarse una belleza perturbadora.
Baudelaire nos enseña a contemplar nuestros deseos como propios y legítimos, en un mundo que constantemente trata de reprimirlos. Esta es una hazaña en sí misma, ya que vivimos bajo la influencia de las reglas impuestas por la sociedad y los fantasmas heredados de nuestras experiencias y la de nuestros padres. La sociedad, a través de diversos medios de comunicación, intenta pautear nuestras vidas, perpetuando falsos dogmas y normas restrictivas.
Leer a Baudelaire es más que sumergirse en imágenes de oscuridad, sexualidad y satanismo. Es un acto de resistencia y búsqueda de la belleza en lo grotesco y lo prohibido. Su obra nos invita a cuestionar y a honrar la belleza en un mundo cada vez más horrible, desafiando los falsos dogmas y revelando la profundidad y complejidad de la existencia humana.